Eduardo Inda entrevista al presidente del Partido Popular

Los detalles más personales del despacho de Feijóo en la sede de Génova

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El despacho del presidente del Partido Popular, en la séptima planta de Génova 13, está aún prácticamente vacío. Pero las pocas fotos que Alberto Núñez Feijóo (Orense, 1961) se ha ido trayendo desde Galicia, entre viaje y viaje, llenan las estanterías de historia y recuerdos. Los de toda una vida entregado al Partido Popular y a los gallegos.

Entre todas ellas, destaca una especial. 2009, su primera toma de posesión como presidente de la Xunta. «Mi padre ya estaba enfermo y vino al Parlamento, se emocionó mucho», explica. Poco dado a concesiones sobre su vida privada, no ha ocultado nunca el sentido que sus padres, Saturnino y Sira, dieron a su forma de entender la política. «También ha ganado el Deportivo», cuenta el anecdotario que le dijo su progenitor cuando, en la noche electoral de 2009, Feijóo le llamó desde la sede del PP de Galicia para decirle que había ganado las elecciones. «Y ésta es de la jornada de reflexión de las últimas elecciones a las que me presenté en Galicia, con mi madre», 2020. Dos instantáneas y un salto en el tiempo de 11 años.

En otra de las imágenes, los Reyes, en una de sus primeras visitas a la comunidad. «Y esto es donde nací», señala con orgullo. Los Peares, un pueblo gallego más que singular, un caso único en España porque de él forman parte cuatro ayuntamientos distintos y dos provincias, Orense y Lugo. «Y dividido por tres ríos». En esa pequeña localidad, Feijóo vivió hasta los 14 años, cuando, gracias al tremendo esfuerzo de sus padres, que siempre entendieron que su futuro estaba lejos de allí, pudo irse a estudiar a León, al colegio de los Hermanos Maristas Champagnat. Después vendría Derecho en Santiago de Compostela. Pero Los Peares guarda aún sus raíces.

«La Ribeira Sacra, deberíais ir. Aquí están los viñedos y al otro lado el río Sil y el Miño. De un lado hay vino y del otro, monasterios y castaños. Los monjes estudiaban, tomaban castañas pero también tenían vino», cuenta con orgullo.

En su mesa, una miniatura de uno de los símbolos gallegos, el botafumeiro de la Catedral de Santiago. «La más importante de Europa. Los gallegos, a pesar de estar en Finisterre, estuvimos cosiendo Europa con el Camino de Santiago mil años». También la Constitución, como una declaración de intenciones. «Para que no me olvide que estoy aquí para cumplirla y hacerla cumplir», dice el presidente del PP.

Siguen desfilando los recuerdos. En otra de las fotos, 2016, se ve a Feijóo rodeado de gaiteiros. «Fraga tomaba posesión con 5.000, yo no, yo era mucho más prudente», ríe.

A la espalda, en la pared, un enorme mural de origen desconocido, que ha sobrevivido a los cambios de inquilino y es casi una premonición: el mar, los acantilados. Podría ser Galicia, sin duda. «Yo creo que la tenía ya el presidente Rajoy. Parece que son bateas. Pablo Casado la mantuvo y yo también. Y ahí está la gaviota». «La clave es volar. Volar alto».

En una mesita del despacho, otra foto histórica. «Es el año 2003, cuando asumo la presidencia del partido en Galicia». En la imagen se ve a Feijóo con Gerardo Fernández Albor, primer presidente electo de la Xunta de Galicia (1982-1987). Un histórico que en 2009 recibió la Medalla de Galicia y a quien él describió como un «unificador». «Los gallegos vieron honestidad, sentido común, cercanía y, sobre todo, capacidad para unificar a las distintas corrientes que llegaban al autogobierno con ideas contrapuestas sobre lo que Galicia debía ser», describió hace años.

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